CONTRA LA IRONÍA
Me permito elegir hoy un rival difícil y casi insuperable. Un rival que
incluso está dentro de mí y que, sin llegar a ser virus, me domina bastante a
menudo: la ironía.
En estos tiempos todo el mundo parece irónico, o disfruta con la ironía.
Las novelas, los artículos, las películas, los programas de televisión, se
subliman inmediatamente si contienen “una visión irónica”. Como recurso
estético, parece una garantía de éxito, sobre todo si es “fina”: ¿quién que es
no es irónico, o recompensa al que lo es? Nos hace sentir más inteligentes,
porque se basa precisamente en la posición activa del receptor del mensaje, y
encima nos arranca una sonrisa: una fórmula perfecta para el circuito artístico
y para cualquier espectáculo que se precie. Además, como vivimos en un tiempo
de incertezas y pluralismos, la ironía funciona aparentemente como antídoto de
absolutismos y dogmatismos. Se diría que la ironía es la credencial más visible
de la inteligencia contemporánea y que
su prestigio ha crecido acorde con la decadencia de las ideas solemnes y el pensamiento
trágico. ¿Cómo oponerse a ese valor dialógico y antiautoritario? El mundo es un
desastre y sólo nos queda la ironía, que es una forma sofisticada y menos
vulgar de la risa, porque ésta siempre es más compulsiva y a veces deja escapar
pequeños salivazos poco elegantes. El sermón, además, ha muerto como género, y
reírse del bufón o del tonto de siempre ya no es políticamente correcto. La
ironía es la perfecta herramienta del ciudadano culto y demócrata para seducir
y para vacunarse contra males y trascendencias.
Las redes sociales y la televisión han expandido los usos irónicos y nos
han llenado las pantallas de jajajajajas. Qué divertido se ha vuelto el
universo. Habría que ver cuántas veces la onomatopeya está justificada con un
movimiento real de mandíbula, pero lo que más me preocupa es la sobredosis de
ingenio y supuesta mordacidad como imagen de la realidad. Tanto humor
encapsulado para su fácil deglución quizá no sea precisamente la apoteosis de
la crítica, sino su adocenamiento esterilizador, su anestesia más efectiva.
Sí, todo el mundo es gracioso; incluso yo lo fui alguna vez, dicen. Pero
alguien debería pensar en lo que el carnaval era para Bajtin y lo que el
carnaval es hoy para El Corte Inglés. El triunfo del humor aparentemente
inteligente y multitudinario puede llegar a ser precisamente su suicidio.
Disfrutamos del humor como del iPhone, y la frivolidad se disfraza con ropajes
elegantes y cultos. La parodia, el homenaje y el plagio se confunden en el
potaje de la cultura de consumo, pero todos parecemos pasarlo bien en los
momentos de ocio. La ironía nos convence así de que no somos ignorantes y que
vamos un paso por delante de toda alienación.
Oh, la ironía. Por los siglos de los siglos, amén. Pero abandonad toda
esperanza.
La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia. "Amos Alcott".
ResponderEliminarSin duda, querido amigo. Aunque ahora me estás haciendo pensar...
EliminarVaya, justo tu entrada más seria, la más trágica (al menos para mí) es la que dedicas a la ironía. :-) Recuerdo que como profesor tú tenías esa habilidad de resultar solemne y desternillante al mismo tiempo, de hablar solemnemente irónico de cualquier fenómenos literario. Era un placer.
ResponderEliminarSerá la madurez, querido dr. Reyes. Un abrazo
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ResponderEliminar"La pos-pos modernidad nos ha hecho irónicos hasta la médula
Estais por encima de todo
Todo lo conocéis
Todo lo sabéis
Todo lo habéis vivido
Habéis construido, conmigo, la metrópolis irónica
[...]
Todo se ejecuta ahora con distancia, a la distancia, con frialdad y supuesta inteligencia. Mentira
Da lo mismo si se trata de un alcalde o de un artista conceptual: hacéis movimientos, gestos, que promueven en vuestro auditorio esa sonrisita de mierda de 'te entiendo, ya lo pillo, entiendo el guiño, esto debe tener algo que ver con Godard'
Una comunidad especialista en guiños
Así que todo en vuestras vidas son guiños
Amanece, capullos
Y no lo celebráis, miráis el amanecer con autosuficiencia, tenéis vuestro guiño para estar por encima de la salida del sol
El sistema se fundamenta en el déjà-vu y yo me pregunto si un otoño se repite"
R. G., Gólgota Picnic.
Eso mismo (creo).
EliminarAnda, pero si es el Rodrigo García, no me había dado cuenta hasta ahora. A ver si al final me va a gustar, a pesar de todo.
EliminarPor cierto, ya no nos vimos por Sevilla. ¿Todo bien?