"Yo no he muerto en México" (novela)

domingo, 4 de diciembre de 2016

SAUDADE

Dudo mucho que acabe yo cediendo a la tentación, tan vulgar hoy, de escribir novelas sobre personajes o acontecimientos reales para tratar de vender en las tiendas de los aeropuertos sin forzar mucho la imaginación, pero si así fuera se me ocurren algunos nombres interesantes precisamente porque ya no interesan a casi nadie. Uno de los que más me fascina, por remoto y tenaz, es el filósofo marxista húngaro Georg Lukács.
Acabo de leer la transcripción de un debate radiofónico de 1969 en el que Lukács, desde Budapest, se reencuentra, cincuenta años después, con su antiguo discípulo Arnold Hauser, autor de la famosa Historia social de la literatura y del arte, que habla desde Londres, donde lleva viviendo muchos años. Por supuesto, ha sucedido muchísimo en ese tiempo de separación: Hauser, por ejemplo, pasó diez años haciendo de chico para todo en una oficina de la ciudad inglesa para sobrevivir y Lukács tuvo sus problemas (¡él!) con la ortodoxia soviética. Hauser tiene 77 años y Lukács 84. Pero la conversación termina así:
Lukács: (…) y por lo que se refiere a nuestra discusión quisiera hacer una última pregunta. En Occidente ha surgido últimamente el término “pluralismo” –a mi parecer desprovisto de todo sentido-. La verdad, sin embargo, siempre se da únicamente en el singular.
Hauser: Al menos dentro de las ideologías individuales.
Lukács: Por otro lado, aquí existe el prejuicio de que la verdad se puede determinar de un golpe y literalmente en virtud de la decisión de cualquier institución; un prejuicio tan peligroso como el pluralismo. La verdad es lo que tenemos que reanimar y resucitar mediante el marxismo. Habrá que resolverlo en extensas polémicas; aunque discutamos por una cuestión durante treinta años, el resultado será, al fin y al cabo, solamente una verdad.
Hauser: Y de todas formas a tal verdad solo se llega después de haber transformado la sociedad.
Lukács: ¡Exacto!
Hauser: Seguramente no se puede cambiar primero una cosa particular y en consecuencia, después, la sociedad. No se puede encaminar un nuevo arte sin haber pensado anteriormente en la transformación del camino. Ese es el núcleo del problema, la esencia de nuestro proyecto.
Lukács: Puede ser con seguridad la base de una colaboración plena de discusiones.
(Arnold Hauser, Conversaciones con Lukács, Madrid, Guadarrama, 1978, p. 22. Cursiva del autor)
¿Es tierno o es monstruoso? ¿Es absolutamente anacrónico o tiene algo así como una vigencia oblicua?


Por cierto, dicen que ha muerto Fidel Castro.

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